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¿Podemos reducir la deriva en tratamientos hortícolas sin perder la eficacia?

Se pueden controlar las plagas con un ahorro del 40 % de producto con un equipo correctamente calibrado.

24 10 2023

Los tratamientos en cultivos hortícolas presentan una gran complejidad por la gran diversidad de portes de crecimiento y sistemas de formación. Además, estos cultivos están en el punto de mira en cuanto a una dieta saludable se refiere, sobre todo por su consumo en fresco, por lo que el uso de los productos fitosanitarios es un tema cada vez más sensible entre la opinión pública.

Por si fuera poco, muchas zonas de producción hortícola se encuentran en las proximidades de las áreas metropolitanas de grandes ciudades, por lo que las parcelas deben convivir con un sinfín de realidades. En muchas zonas coinciden parcelas de producción ecológica con plantaciones de producción convencional. Hay cultivos ubicados al lado de zonas urbanas (casas, escuelas, parques de recreo, etc.) o rodeadas de caminos llenos de personas que disfrutan del paisaje que les ofrece la agricultura urbana.

Consecuentemente, cuando un agricultor se plantea realizar un tratamiento, debe garantizar una protección adecuada de los cultivos y de su entorno, evitando el riesgo de que una fracción del producto fitosanitario se pierda en el aire en un proceso conocido como deriva aérea o simplemente, deriva. Entonces, se entiende por deriva la cantidad de producto fitosanitario que es transportado fuera de la zona de aplicación debido al efecto de las corrientes naturales de aire durante los tratamientos. Evitar la contaminación difusa (o por deriva) está contemplado en el Real Decreto de uso sostenible, y se establece que será evitado cualquier tratamiento con vientos superiores a 3 m/s. Asimismo, la temperatura y la humedad se deben tener en cuenta en el momento de aplicación, puesto que elevadas temperaturas (>30º) y bajas humedades (<40%), contribuyen a los fenómenos de deriva.

Tradicionalmente, los tratamientos fitosanitarios en cultivos hortícolas se realizan con boquillas que generan un tamaño de gota muy reducido, a fin de obtener el máximo recubrimiento. Sin embargo, esta metodología perjudica el uso de boquillas antideriva, las cuales generan un diámetro de gota mayor. Estudios recientes efectuados por el grupo de mecanización agraria de la UPC (UMA-UPC), en colaboración con asociaciones de defensa vegetal, han demostrado que usando boquillas antideriva se pueden controlar las plagas con un ahorro del 40 % de producto con un equipo correctamente calibrado.

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